La Ruta de la orden de Montesa

Te invitamos a que nos compañes en un paseo por una parte de nuestra historia llena de leyendas, caballeros, frailes y sobre todo de las personas que con sus vidas tejieron el relato de estas tierras.

La Ruta de la orden de Montesa

Te invitamos a que nos acompañes en un paseo por una parte de nuestra historia llena de leyendas, caballeros, frailes y sobre todo de las personas que con sus vidas tejieron el relato de estas tierras.

Montesa, Corazón espiritual de la Orden

En 1319 la orden de Montesa recibe del patrimonio real, el pueblo de Montesa y su castillo. La edificación del castillo-convento convierte a Montesa en la cabecera y corazón espiritual de una orden que disfruta de numerosos dominios por tierras valencianas al recibir también los anteriores señoríos de los templarios y de los hospitalers. Este papel durará más de cuatro siglos, hasta el terremoto de 1748, cuando el rey Fernando VI, como maestro de la orden, ordena que la comunidad religiosa se traslade al palacio del Temple en València. En 1835 con la abolición de los señoríos, Montesa se transforma en un municipio de pleno derecho y sus instituciones se desvinculan de la orden.

EL TERREMOTO

El 23 de marzo de 1748 el castillo de Montesa fue derrumbado por un potente terremoto que causó graves daños en los pueblos de La Costera, La Canal y La Ribera Alta. Además de causar el traslado de la comunidad de frailes a València, el terremoto supuso un importante retroceso para toda la Costera, que tardó décadas en recuperarse.

EL MUSEO PARROQUIAL

El caballero Sots-clauer de la orden tenía entre sus responsabilidades administrar la villa de Montesa. La casa que ahora es el actual museo parroquial y algunas de las adyacentes eran su vivienda. El actual museo parroquial exhibe piezas de arte recuperadas del castillo en una colección que muestra el esplendor de Montesa en tiempos medievales y modernos.

LA PLAZA DE LA VILLA, SEDE DEL PODER

La Plaza de la Villa fue el corazón del poder de la Montesa feudal. A un lado la Casa de la Villa, sede del poder civil y que todavía conserva sus arcos del siglo XVI. Al otro, la Casa Abadía y la iglesia de la Asunción, sedes del poder religioso. Y anexa a esta última, la Casa del Caballero Sots-clauer que administraba el pueblo en nombre de la orden.

EL CASTILLO

El castillo de Montesa tiene un origen muy antiguo. Por los hallazgos arqueológicos se sabe que se trata de un punto fortificado desde el periodo ibérico, aunque las primeras noticias sobre este castillo son del siglo X, durante el periodo andalusí. El 1244 Jaume I pacta con los Banu Isa, que le entregan el Castillo de Xàtiva a cambio de cederles los de Montesa y Vallada y ambos pueblos. Treinta y tres años después, en el contexto de las guerras con Al Azraq, Pere el Gran -hijo de Jaume- asedia y toma por la fuerza el castillo incorporándolo al patrimonio real.

Vallada, pueblo y señorío

Situada al otro lado del Valle del Cànyoles, Vallada permitió, a los Banu Isa primero y a la Orden de Montesa después, controlar desde sus castillos el estratégico camino hacia Castilla. Vallada, junto con las hoy desaparecidas alquerías de Gaixna y Gaixneta formaron parte de la donación real de 1319, formando parte del mismo municipio hasta 1547. Aquel año el maestro Pere Lluís Galceran de Borja otorga a Vallada el derecho a convertirse en villa.

LAS ERMITAS

La orden de Montesa tenía una fuerte preocupación por las cuestiones espirituales. Una buena prueba es que, además de la iglesia, se edificaron en el pueblo tres ermitas: la de San Sebastián, la del Divino Juez y la del Santísimo Cristo del Mont Calvari. La de San Sebastián se encuentra en un paraje próximo al pueblo. Las otras dos se sitúan en lo alto del núcleo antiguo del pueblo.

LA REVUELTA DE 1680

No todo era paz y armonía en la relación entre la orden y el pueblo. En 1680 se produjo un disturbio en Vallada, cuando los vecinos armados se enfrentaron a frailes de la orden de Montesa en una disputa por los límites del término. Los enfrentamientos se produjeron cuando la orden y el pelotón de Montesa apresuraron rebaños de los vecinos del pueblo para satisfacer daños previos.

La Costera, la orden más allá del señorío

La proximidad con el castillo-convento de Montesa y el señorío hizo que muchas personas de la comarca buscaran allá su destino. Así muchos hijos de las familias nobles de la Costera optaron por ser caballeros y otras muchas familias acomodadas eligieron la carrera de frailes de la orden. Una entidad tan poderosa como la Orden de Montesa tenía a su alrededor una serie de profesionales que le prestaban sus servicios. Así, el maestro de obras de la Seu de Xàtiva, padre Joan Aparicio, había nacido en Enguera, y sus servicios se documentan en las parroquias de Montesa y Vallada. Gaspar Requena, colaborador del famoso Joan de Joanes en el retablo mayor de la parroquia de la Font de la Figuera, fue un pintor nacido en Montesa, con obra hoy en Xàtiva, Vallada, l’Olleria y Montesa, entre otras; también el pintor Martí Cabanes –denominado Mestre de Borbotó– cuenta con obras en la capital de la Costera, en Montesa y en la Torre de Canals.

LA ALCURNIA DE LOS PINTORES REQUENA

La Alcurnia de los pintores Requena. Gaspar Requena el Joven (can. 1530 – can. 1603) hijo del también pintor de Boicarent Gaspar Requena el Viejo. Nacido en Xàtiva tuvo un activo taller de pintura del que participaban su hijo Miquel, su yerno Pere Mateu y su hija Jerónima. Esta mujer singular por ser una de las pocas artistas conocidas de la época se hizo cargo del taller familiar al morir su marido. El prestigio del taller fue tal que fueron llamados a València para ponerse al servicio del virrey y arzobispo Juan de Ribera. En La Costera podemos disfrutar de varias obras suyas conservadas en el museo del Almodí, en el retablo parroquial de Vallada y en el retablo de San Sebastián, Sant Fabián y San Roque de la iglesia de Montesa.

LA ALCURNIA DE LOS PINTORES REQUENA

Gaspar Requena el Joven (can. 1530 – can. 1603) fue hijo del también pintor de Boicarent, Gaspar Requena el Viejo. Nacido en Xàtiva, tuvo un activo taller de pintura donde participaban su hijo Miquel, su yerno Pere Mateu y su hija Jerónima. Esta mujer, singular por ser una de las pocas artistas conocidas de la época, se hizo cargo del taller familiar al morir su marido. El prestigio del taller fue tal que fueron llamados a València para ponerse al servicio del virrey y arzobispo Juan de Ribera. En La Costera podemos disfrutar de varias obras suyas conservadas en el museo del Almodí, en el retablo parroquial de Vallada y en el retablo de San Sebastián, Sant Fabián y San Roque de la iglesia de Montesa.

Frailes y caballeros, la Orden de Montesa

La orden de Montesa fue fundada por el rey Jaume II para que absorbiera los dominios de los templarios y de los hospitalers. Este proceso tuvo que hacer frente a la oposición de los hospitalers, que habían consolidado un poderoso dominio en tierras valencianas. El 22 de julio de 1319 se celebró la constitución de la orden y se ordenaron los tres primeros frailes-caballeros. Ese mismo año la orden recibió la donación adicional de Vallada y Montesa para instaurar en Montesa su castillo-convento. A partir de ese momento, la orden intervino en contiendas, como por ejemplo la guerra de la Unión, la guerra de los dos Peres y la conquista del Mediterráneo. En el siglo XVI todavía podemos encontrar tropas montesinas actuando en el norte de la África.

UN EXTENSO DOMINIO

Las posesiones de la orden fueron divididas en dos partes, una de las cuales fue asignada como cámara del maestro —o maestrat—, y la otra fue encomendada a varios caballeros con título de comandantes. A los frailes clérigos les dieron prioratos y rectorados. El maestrat comprendía dos batallones: el de Cervera y el de Moncada. Comprendían un territorio formado por 67 localidades, con una población de unas 28.000 personas aproximadamente.

PERE LLUÍS GALCERÁN DE BORJA, EL ÚLTIMO MAESTRO

Este miembro del linaje de los Borja nacido en 1528 vivió una vida más que novelesca. Como maestro de la orden de Montesa llevó a cabo exitosas campañas militares en el norte de África en nombre de la corona. Pero, al mismo tiempo, fue participante activo en las luchas que tenía su familia con el linaje de los Pardo de la Casta para hacerse con el control de las instituciones del antiguo reino de València. Así, Galceran y sus hermanos, entre ellos el que después fue Sant Francesc de Borja, tomaron parte activa en enfrentamientos y asesinatos.